Nacido en 1974, Fernando G. Toledo se encuentra ahora en esa edad, el mezzo del cammin dantesco, en que uno tiende naturalmente a preguntarse sobre la dirección y el significado de ese camino.

Y, efectivamente, este «Mortal en la noche» del título se interroga, sin premura ni ansiedad, acerca del sentido de las cosas, y el suyo propio («todo el tiempo pregunto por mí mismo»).


Trata de rastrearlo en ciertas experiencias artísticas (una película, una música), pero también en sucesos cotidianos; entre ellos, y particularmente, el gesto mismo de escribir.


Afirma sin jactancia su propia falta de fe en soluciones trascendentes; pero, quizá precisamente a causa de ella, no renuncia a entender qué dice, y qué oculta, ese rastro fugaz que los seres y las horas nos dejan entre los dedos: «acaso un símbolo diferente / en cada cosa muerta».


 Y es que, desde esa mirada suya, escéptica y lúcida, se sabe y se siente solidario de todo cuanto existe, y que por existir está, como él mismo, condenado a no ser, continuamente prometido a su propia ausencia: «oigo, sin ver, cómo todo se va».


Quiere, en sus poemas, «cantar su propia finitud, celebrar lo que va a perderse»; porque esa fugacidad, que todo lo vuelve aún más valioso, hace también de cada instante, y sin remedio, una pregunta.


 De esa honda y serena inquietud, de esa valerosa afirmación sin esperanza, está tejido este libro.



José Cereijo



Mortal en la noche
Fernando G. Toledo
Córdoba, Alción Editora, 2013. 74 páginas.
Ilustración de portada: Mujer atravesada por la luna, de Osvaldo Chiavazza


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