Poemas



Gesto en el universo 

La abundancia sideral del mundo allá afuera 
No parece bastarme por sí misma: busco 
Entre toda esa madeja algo que volcar 
En un poema. 
Pero un perro se hace oír a lo lejos 
Resolviendo antes que yo sus asuntos, 
Y pienso en esto que ahora 
Voy a poner por escrito: 
Un ladrido como un acto reflejo 
Contra algo que se mueve en la noche. 


*

Codo a codo 

El médico es ecuánime: concede 
La heroica salvación de su paciente 
A la pericia de los cirujanos 
Y a que la bala «sólo por milagro» 
(Ya que no de otro modo ha de llamarse) 
Arrancó apenas parte del cerebro, 
Dejando en manos de la medicina 
El tramo sangriento del salvataje. 
Digamos que fue un trabajo en equipo. 
Los doctores removieron pedazos, 
Soldaron el cráneo, hicieron suturas, 
Y Dios consintió un disparo preciso, 
Suficiente para una hemiplejía, 
Pero no para matar, por ahora, 
Al hombre del que va a encargarse luego.


*

La errata

En medio de la frase un latigazo artero,
Un tumor verbal que se desprende
Como una mancha viva e irradia su error
Por toda la página. Desde aquí,
Aprisionado por el libro que sostengo en las manos,
No hay remisión posible ni exégesis sanadora:
El párrafo es ilegible y parece blandir
Como una herida la cesura que lo deshereda
(Junto a todas las copias anómalas)
Del sentido original. El daño sigue flotando
Igual a una niebla frente al intento de avanzar
Como si nada pasase ¿Y si había justo allí
Una clave para toda la trama? ¿Y si brotan luego
Otra tecla mal oprimida, una nueva dislexia?
Sin culpables a la vista mi cerebro
Quiere defenderse de las dudas y cierro el volumen.
Bajo el haz de la lámpara todo parece ordenado.
Pero hay también una sombra
Y un poco más allá, ininteligible, el resto
De la entera noche que comienza.
           
*

Y los vuelve a abrir


Intento hacer dormir a mi hijo:
Lo pongo junto a mí y malgasto
Canciones de cuna en la penumbra.
Él lanza un quejido contra el insomnio
Y clava su pequeño pie en mi costado
Para hacer más carnal la noche en que sostengo
El peso de sus sueños a la espera
De que vuelva violenta la vigilia
A arrancarlo cada día de mis brazos.

Para Julián

*

Autodefinido


A mi lado resuelve un crucigrama
Mi hijo mayor en la siesta narcótica,
Con todo el territorio del lenguaje
Desplegado en rectángulos pequeños
Que se enredan como entre una maleza
Donde el silencio acecha y todo está,
Allí, a la espera de ser descifrado.
Yo lo observo en mí, como quien aguarda.
Quizá en un instante algo me pregunte,
Y entre los dos sorteemos la selva
De calladas bestias que, con sus dientes,
Buscan morder las palabras que un padre
Y su hijo deben ir encontrando
Para por fin mirarse, y entenderse.


Para Joaquín

*

Caza mayor y menor

Como un desconocido estás, de nuevo,
Saliendo del lugar de la reunión,
Huyendo de un bullicio que te infecta,
Que corre por los techos y paredes
Como si fueras la presa a atrapar
Por el sonido infalible del mundo.
Quedan en paz las voces, a lo lejos.
Pero solo aquí, en un cuarto vacío,
Persiste igual la tenaz cacería,
Que toma la forma reconocible
De algún recuerdo que no deseabas,
O tan sólo de tu voz interior
Que es también una peste
Y que ahora te alcanza.


*


Schumann al caer la tarde

Sopor, un hilo de música
Tenue y un cuerpo,
Como un quiste,
En el blanco pozo de la tarde.
Pero en un instante
Todo va a cambiar:
El sueño, lo mudo,
La prolija putrefacción,
O esto que se escribe,
O por fin la noche.


*


Ego trascendental

Levanto el pie tras el aullido y descubro
El gajo de vidrio que abrió la carne
Con toda la eficacia que regala
La ley de la gravedad. Miro la epidermis
Hecha trizas, el flujo de glóbulos que pugnan
Por escapar de mi cuerpo como de un siniestro,
Y de pronto allí, sentado y entre lamentos,
Recorro los pliegues del dolor. Soy
Un haz de luz que cifra y descifra
Los pulsos de un escándalo neuronal
Anunciando la emergencia a todo el cuerpo,
Un haz que recorre el trozo de cristal
Y la piel desnuda, la vibración nerviosa
En un extremo lejano al cerebro
Y la respuesta en el quejido o la mueca,
La medida y la conciencia de la herida:
Fogonazo irreductible
De materias en contacto
En el revoltijo múltiple de una realidad
Dentro de la cual mana,
Lentamente, un hilo de sangre.

A Gustavo Bueno
 



Ateo poeta

Exento de piedad, supersticiones,
Y fábulas de vacua trascendencia,
Rodeado de mitos bimilenarios
Y una corte de anchas apologías,
El poeta materialista ensaya
(No sin pasión, con algo de pudor)
Un modesto lamento de inmanencia.
Es tarde y el viento trae desechos
De plegarias como balas perdidas.
De pie a un costado u otro de la duda
Mira pasar esa oscura corriente
De la que (sabe) ya no beberá
Y enciende una fogata con los restos
De un texto difícil de corregir.
«Los teólogos corren peor suerte»
Dice en un verso para envanecerse,
Confiando en que su próxima herejía
Ya nunca deje descansar a Aquél
Que, aunque haya muerto, entretiene a los suyos
Con el Supremo Hedor de Su Cadáver.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. "Ego trascendental" es bien materialista filosófico :-)

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  3. Por supuesto, Barullo. Un poema materialista para un libro materialista. Por lo que sé, Gustavo Bueno Sánchez le hizo llegar el poema a su padre. Espero no le haya parecido demasiado desagradable.
    Saludos.

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